Ya vienen los Reyes por el arenal… Ya le traen al Niño un rico pañal

Día 5 de enero. En prácticamente la totalidad de los pueblos y ciudades de nuestro país desfilan pintorescas cabalgatas de los Reyes Magos.

Y en Chapinería paseaban con sus mejores galas los tres Reyes Magos acompañados de sus pajes.

Dentro de unas horas, Sus Majestades Melchor, Gaspar y Baltasar repartirían regalos por las casas de los más pequeños. Ilusión, felicidad… Todo es posible esa noche.

Sin embargo, y aunque todos sabemos de su existencia y de su manía de premiar solo a los niños buenos, no todos conocen dónde se encuentra su origen, el momento en el que nació su leyenda y las verdades y mentiras históricas que existen en torno a ellos.

El origen de la leyenda de los tres Reyes Magos lo encontramos en la Biblia. Su artífice fue, para ser más exactos, Mateo. El Apóstol fue el único de los autores del libro sagrado que dejó constancia de la existencia de estos personajes en las crónicas. En sus textos afirma que, después de que Jesús naciera en Belén «vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle».

En La Pinarilla para que se nos hiciese más amena la espera nos deleitamos con el tradicional Roscón de Reyes acompañado de un chocolate caliente.

Y seguimos la retransmisión de la Cabalgata proyectada en la pantalla grande.

Pero no se hicieron mucho de esperar puesto que en seguida pudimos disfrutar de la visita de sus Majestades acompañados de sus pajes. Nos trajeron unos deliciosos Roscones y el acercamiento con nuestros mayores no pudo ser más emotivo.

Además protagonizaron la entrega de los regalos a los residentes, quienes  respondían ilusionados  al oír sus nombres en boca de Sus Majestades.

¡YO! ¡YO! Y levantaban la mano o se señalaban el pecho con el pulgar tras la mención de sus nombres. Fue un momento mágico. Recibían orgullosos sus paquetillos y descubrían ansiosos lo que escondían los llamativos papeles.

Camisones, gorras, bolsas… todos presumían orgullosos de sus obsequios.